sábado, 2 de febrero de 2013

Controla, pasa y disfruten

Cambio de tercio radical en el blog, hoy voy a hablar de una de esas cosas de las que tanto sabía y que, gracias a la burbuja que se ha creado y está a punto de explotar, ya no sé. Y alguien se picará conmigo. Y me encantará. Hoy hablamos de fútbol.

Vivimos en una época en la que todo viene marcado por dos nombres: Messi y Cristiano. No sé si realmente somos unos afortunados viviendo esta época. Yo creo que no, personalmente he disfrutado más el fútbol de la década pasada. Verlos es una maravilla, una suerte, un privilegio... llamadlo como queráis. Pero para mi, están bastante sobrevalorados.

Ojo, son unos grandes futbolistas, buenísimos, ojalá tuviese el Valencia esa delantera, no me perdía ningún partido y los vería todos mínimo 3 veces, seríamos el súper equipo, una máquina imparable. Pero veo que hay una falta de competitividad alarmante en el fútbol actual, y, aun siendo muy buenos, ya no tienen delante a aquellos Nesta, Maldini, Stam, Ayala o Samuel, los grandes referentes de las defensas de la década pasada. Y como sus clubes han creado esa gran burbuja a la que le queda ya poquito para explotar (y yo que me alegraré), todo lo que hay de calidad, se lo llevan, y muchas veces a precio de saldo.

Pero la entrada de hoy no la quiero centrar en ellos dos. La quiero centrar en sus compañeros, esos que les hacen tan buenos, esos futbolistas que son los que hacen pagar entradas.

A principio de la década de los 90, vivimos el gran Dream Team de Johan Cruyff. A mi me pilló pequeño, por lo que no recuerdo bien del todo como jugaban. De hecho ni siquiera vi la final de Wembley (si que vi el 4-0 del Milan en Atenas). Pero había algo que me llamaba mucho la atención. En un equipo con jugadores como Romario, Stoichkov, Koeman, el jugador preferido de mi primo, culé de pro y con algo de idea de fútbol (a su manera), era el jugador distinto, el jugador del pase imposible, de la asistencia perfecta, Michael Laudrup.

Y con el paso de los años, te vas dando cuenta del por que. Porque cuando eres pequeño, lo que más mola es llevar la camiseta del que más goles mete: Romario, Ronaldo, Batistuta, Mijatovic... pero cuando eres mayor, te das cuenta de que la esencia del fútbol son Iniesta, Xavi, Pirlo, Aimar, Rui Costa, Zidane (otro sobrevalorado por la prensa madridista, aún siendo un grandísimo fuera de serie) o Riquelme.

Esos son los jugadores, los jugones, que sacan el olé con cada jugada. Los del caño imposible, el pase milimétrico, el regate de fantasía. Cuando recordemos a la selección española campeona de todo, nos acordaremos de Xavi e Iniesta, no de Villa. Cuando recordamos al Valencia del doblete, nos acordamos de Baraja, no de Mista. Del Madrid de los galácticos nos viene a la mente Zidane, no Ronaldo.

Y por encima de todos ellos, un nombre. El jugador que más me ha hecho disfrutar, el 10 de Brasil y del Barcelona, Ronaldinho. Eso era algo de otro planeta. Lo tenía todo, regate, filigrana imposible, imaginación, talento y gol. Y que goles.

¡Como os echo de menos!

Y esto se puede aplicar también a la vida. Te pueden aparecer muchos Messis, Cristianos o Ronaldos, y los difrutarás. Pero quien realmente te hará valorar la vida, serán los otros, los que hacen magia, los que hagan que pagar la entrada valga realmente la pena.

Feliz fin de semana.

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